UN AVE ENJAULADA

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¿en que piensa un ave enjaulada?

Estaba observando, un ave enjaulado, miraba sus ojos, escuchaba su agitada respiración, adivinaba su mirada, mi curiosidad se preguntaba: ¿ en que piensa un ser que ha sobrevivido a una muerte segura en boca de un felino, pero que a cambio de su vida, obtuvo unas rejas eternas que lo alejaban de la libertad ?. Solo unos segundos hacen la diferencia entre la vida y la muerte, la libertad o el encierro, cuando solo mis sentidos lo rescataron de su oscuro verdugo domestico, una decisión, una rápida acción, bajo mi instinto de proteger la vida, fué lo que dió a este inesperado forastero la opción de subsistir a su destino, cuando mis manos atajaron al verdugo que piadoso liberó a su presa.

Pero pronto esa caja , se convierte en jaula, y solo el aire es el único que puede vulnerar los muros de metal, cuando ante mi asombro el afortunado parece resignarse contento a su suerte, respondiendo a mis sonidos con su canto nativo, que parece agradecer un poco de agua antes que los jugos gástricos de su arrepentido captor.

Desde entonces pasa las mañanas junto al muro que divide su melancólica mirada de los armoniosos sonidos de un pasado acompañado de quienes como él, aún permanecen soñando detrás del claustro, pero recordando a aquel que pudo saborear una vez más la libertad antes de huir a su propio final.

Que lejos está su hogar, que lejos está su mundo, cuando recuerda que han pasado ya muchos años desde que su tormento empezó, desde que un cruel hombre lo capturó. Hoy solo los sueños de su leve pero profunda somnolencia, son los que lo mantienen vivo, con la esperanza de volver algún día, de reencontrarse con la vida que le fue robada y traficada, ¿en qué piensa un ave enjaulada, cuando su mente no alcanza a igualar a su alma que decide vivir, antes que dejarse morir en la tristezas de una realidad que no estuvo en los planes de la naturaleza?.

Inquieto corretea, sus débiles garras rasgan el oxigeno entre las columnas de su templo encadenado, bate sus alas, sueña con huir una vez más, escucha los llantos, las risas, de un pasado próximo, que está del otro lado del muro, y que aún no alcanza a llenar el vacío que dejó desde que escapó en un suspiro.

Y es que aún puedo verlo así, y cada vez que lo miro, más me siento yo dentro de aquella jaula, y el es el que está más cerca de la libertad, que su encierro me quita. Siento deseos de abrirle las puertas a sus sueños, de alentarlo a volar, de darle la oportunidad de burlar una vez más al verdugo, y que vuele a casa, para que si el verdugo llega, se lo lleve feliz, libre, y con sus alas extendidas mientras el vacío sobre el océano indico se lleva su vida hasta un cielo en el cual el final ya no vendrá.