miércoles, 9 de julio de 2008

el virus del miedo

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Extraño parásito del cerebro humano altera el miedo con precisión quirúrgica

Las ratas temen de forma innata la orina de gato. El miedo se extiende a los roedores que nunca han visto un felino y a aquellas generaciones que jamás se han encontrado con ninguno. Sin embargo, una vez que las ratas se infectan con el parásito cerebral Toxoplasma gondii, se sienten atraídas por la orina de gato, lo cual incrementa el riesgo de que terminen convertidas en comida para mascotas.

Esto es algo que los investigadores ya sabían. Pero un nuevo estudio demuestra que este parásito, que también infecta a más de la mitad de la población humana mundial, parece eliminar con precisión quirúrgica el temor a la orina de gato, dejando incólumes otros tipos de miedo.

Este descubrimiento podría arrojar luz “en primer lugar sobre el modo en que se genera el miedo” y en cómo la gente puede manejar sus fobias de un modo potencialmente mejor, comentó a LiveScience el investigador Ajai Vyas, neurocientífico de la Universidad de Stanford.


Secuestrando la mente

El T. gondii es un microbio parásito cuyo huésped principal es el gato. Sin embargo, puede encontrarse en la mayoría de los mamíferos de sangre caliente, incluyendo a un número estimado de 50 millones de estadounidenses. Un estudio sugiere que este parásito ha alterado el comportamiento humano lo suficiente como afectar a todas las culturas.

En los gatos, los protozoos se reproducen sexualmente, mientras que en el resto de animales lo hacen de forma asexuada.

A este germen parece gustarle especialmente infectar el cerebro – “parásitos que secuestran la mente”, comentó Vyas. Aunque la enfermedad que causa en humanos es raras veces peligrosa, es la razón por la que alguna vez se pide a las mujeres embarazadas que eviten las cajas donde duermen los gatos (la toxoplasmosis es un riesgo para los niños y para otras personas con afecciones del sistema inmunológico). Algunos científicos sospechan que podría estar relacionada con trastornos mentales tales la esquizofrenia e incluso la neurosis.

En el año 2000, los científicos revelaron que el T. gondii podía modificar el cerebro de las ratas para hacer que se sintieran atraídas por la orina de gato en lugar de temerla. Los investigadores sospechaban que el microbio hacía esto para facilitar su salto a los gatos y de ese modo comenzar su ciclo de vida sexual.

Vyas y sus colegas ahora ya saben específicamente cómo se reprograma el cerebro de las ratas cuando se infectan con el microbio, y han publicado sus hallazgos en la edición online del 2 de abril de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Solo orina de gato

Las ratas infectadas con el parásito se ven inmediatamente atraídas por la orina de lince. Sin embargo en el resto de aspectos, como en lo relativo al temor a los espacios abiertos, son ratas perfectamente normales. Reaccionan de forma normal a las indicaciones sonoras, lo cual sugiere que las suaves señales eléctricas neuronales alcanzan su objetivo. Normalmente las ratas se muestran reticentes de algún modo a comer alimentos que huelan de forma poco familiar. Y las ratas infectadas se mostraban (al igual que las normales) reticentes a probar la comida que previamente los científicos habían rociado con esencia de cilantro.

“Uno asumiría por ello que si algo echa a perder el miedo a la orina de gato, también arruinaría una serie de miedos relacionados”, comentó Vyas. “Pero no vemos que la toxoplasmosis afecte al miedo al olor a gato con precisión casi quirúrgica”.

Además, “demostramos que existe una probabilidad ligeramente mayor de encontrar a los parásitos en la amígdala (una región del cerebro) que en otras áreas cerebrales”, comentó Vyas. “Esto es importante, porque la amígdala está implicada en varios comportamientos asociados al miedo”.

Futuras investigaciones podrán explorar el modo exacto en que el parásito afecta al cerebro de un modo tan preciso. Entre los objetivos potenciales de los investigadores en el cerebro se encuentran la corticosterona (una hormona del estrés) y la dopamina (un compuesto neurotransmisor). Los científicos podrían también estar interesados en comprobar si las ratas infectadas se preocupan más o menos cuando se les muestran fotos de gatos o aromas de otros depredadores no-felinos.

Fuente:
http://www.maikelnai.es/?p=419

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